¡CUENTO MI CUENTO!

¡INNOVAR!

La palabra innovación parece haberse convertido en una suerte de mantra que nuestros directivos repiten una y otra vez sin muchas veces entender realmente de qué hablan… y sobre todo, cómo potenciar una cultura de innovación en la empresa.

Esta fábula, que se me ocurrió a raíz de una historia que escuché, creo que ilustra cómo solemos entender la innovación en las organizaciones, y algunas de las reacciones más habituales…

 

“Érase una vez una aldea situada en un isla perdida cerca de un país remoto. Las historias cuentan que su fundador, el venerado anciano Zabu, había llegado a la zona en un momento de necesidad, tras naufragar su barco y perder a buena parte de la tripulación.

Al llegar a tierra el grupo se había maravillado al contemplar el exuberante paraje, lleno de frondosos matorrales y rico en muchos tipos de fruta y animales… no les faltaría alimento.

El grupo deambuló sin rumbo durante varios días en busca de un lugar donde establecerse. El viaje era duro, ya que el grupo tenia que apartar laboriosamente la espinosa maleza para avanzar. Las provisiones comenzaron a escasear, y una mañana Zabu, al llegar a un claro despejado anunció que iba a partir en busca de una fuente de agua, ya que si no el grupo no aguantaría muchos mas días.

Tres días después, cuando ya todos lo daban por muerto, apareció lleno de cortes y arañazos anunciando que había descubierto un pozo a un día de camino de la aldea, y que había despejado el sendero. Toda la aldea festejó la noticia, pues el hallazgo garantizaba su supervivencia.

Con el tiempo, lo que había sido un sendero difícilmente visible y lleno de espinosa maleza se fue convirtiendo en un camino despejado, ya que cuanta más gente lo recorría más fácil resultaba hacerlo.

Cincuenta inviernos pasaron, y la aldea prosperó. Era la mañana en la que la aldea celebraba que el joven Iwala abandonaba su niñez y se convertía en adulto, así que se le encomendó la tarea de ir a recoger agua del pozo, como era tradicional. Iwala era un joven despierto y curioso, y tras varios días de acarrear los cubos por el sendero que iba al pozo y hacer algunas exploraciones, se armó de valor y fue a hablar con el jefe de la aldea (su fundador hacia años que había dejado éste mundo)

  • Creo que el sendero que utilizamos para llegar al pozo es demasiado largo y enrevesado. He estado dándole vueltas, y creo que podría encontrar uno más corto

El jefe lo miró con cierto aire de suficiencia y le espetó: 

 

  • ¿Por qué te dedicas a perder el tiempo? El sendero que tenemos es bueno, y no necesitamos que un joven inexperto se dedique a idear fantasías. ¿Acaso te crees mejor que nuestro fundador? .
  • No, sólo creo que podríamos tardar mucho menos… – explicó el joven cohibido.
  • Además, hace unos años hubo otro como tú que lo intentó y no hizo consiguió mas que perder el tiempo…
  • Pero quizás eran diferentes las circunstancias o el entorno–contestó con valentía Iwala.
  • Bueno, si tan listo te crees, demuéstralo… pero no tendrás ayuda de ninguno de los hombres de la aldea. Busca tu solo ese nuevo sendero.

A la mañana siguiente el joven se dirigió resuelto a uno de los extremos de la aldea con su machete y comenzó a despejar un sendero. Sus conciudadanos lo observaban con una mezcla de burla y extrañeza, increpándole:

  • ¿Por qué te dedicas a perder el tiempo si ya hay una forma de llegar al pozo?… Estos jóvenes con tal de cuestionarlo todo….

El joven desoyó los comentarios y se esforzó en la tarea día y noche, hasta que acabó por despejar un camino que llegaba al pozo en apenas unas horas. Aunque había trabajado duro, todavía era un sendero angosto y repleto de ramas que se trababan en la ropa.

Fue a anunciar su hazaña al jefe del poblado, que con una mirada escéptica acompañó a Iwala al inicio del sendero. Tras contemplarlo, dijo:

  • Aunque sea como tu dices y hayas encontrado un camino más corto, es incomodo y estrecho… Tu puedes hacer lo que quieras, pero la aldea seguirá utilizando el que despejó nuestro fundador Zabu, tal como se ha hecho toda la vida.

El joven abatido le contó la conversación a su mejor amigo. Inmediatamente éste decidió que a partir de ahora ambos irían a recoger agua por el nuevo sendero. Su ejemplo empezó a cundir entre otros jóvenes, que se decidieron a usar la nueva ruta. Ya no era tan incomodo, puesto que el paso de los jóvenes había aplastado algunas de las espinosas ramas que anteriormente lo plagaban.

Una mañana, una mujer anciana, en lugar de mirar con superioridad a los inexpertos jóvenes que transitaban por el nuevo sendero, admiró su valentía y se decidió a recorrerlo ella misma.  A la mañana siguiente decidieron hacerlo dos de los consejeros del jefe que habían asistido escépticos a la proeza… y a los pocos días, sin grandes anuncios ni aspavientos, toda la aldea estaba utilizando el nuevo sendero, y palmeando en la espalda al joven que lo despejó.

Con el tiempo, el nuevo sendero se convirtió en un amplio y despejado camino que utilizaba toda la aldea para ir a por agua… y el anterior fue inundado por la maleza.

¡IMAGINAR!

Jirafas voladoras que no saben aterrizar, murciélagos que tienen miedo a la oscuridad, o calcetines que no encuentra su pareja… hay millones de cuentos esperando a ser sacados de nuestras perezosas mentes de padres.

Creemos que la madurez nos ha coartado el derecho de dejar volar la imaginación, de tener mundos paralelos donde todo es posible, y que nuestro niño interior hace tiempo que nos dejó para convertirnos en adultos aburridos que sueñan en blanco y negro y a los que les cuesta sonreír.

Sin embargo, dentro de nosotros espera a ser despertado aquel niño que tenía una imaginación desbordante; y duermen encerradas, tras una puerta con llave de problemas y estrés, millones de historias que esperan a ser rescatadas.

¡CREAR!

Trucos para poder inventar cuentos para niños

Cómo inventar cuentos para los niños en un minuto

Si crees que no eres capaz de inventar un cuento para tu hijo cada noche, estás muy equivocado, solo tienes que relajarte, romper las ataduras al suelo y usar estos pequeños trucos que te voy a dejar; en unos pocas semanas serás el mejor contador de historias que tus hijos hayan visto.

¡Bienvenido al mágico mundo de la imaginación!

1- Si tu mente está un poco rígida y no sabe por dónde empezar, lo más fácil es que comiences dándole la vuelta a los cuentos de siempre. Ubica a los personajes en otra época histórica, e incluso en otro contexto, por ejemplo: la madrastra de Blancanieves no tiene espejito mágico sino un móvil de última generación que le dice a través de internet todo lo que necesita saber; o Caperucita vive en una gran ciudad y su abuelita es profesora de Kung fú para lobos que han perdido los dientes y no pueden defenderse.

2- Cambia el rol de los personajes de los cuentos, y cuenta la historia desde la perspectiva de otros personajes; por ejemplo puedes explicar que el lobo tenía que comerse a los tres cerditos, ya que él tenía una mamá loba en casa y cinco lobitos a los que tenía que alimentar, así podrás enseñar a los niños que todos tenemos nuestras razones para hacer algo y harás que los niños empaticen con cada personaje.

3- Desconcierta al niño con hechos inesperados de los personajes tradicionales. Es decir, se espera que la bella durmiente se duerma tras pincharse con el uso de la rueca, pero ¿y si es el príncipe el que se pincha y la bella durmiente la que le salva con un masaje de pies?

4- Crea asociaciones ilógicas. Junta un cohete y un tomate, y a ver qué sale, o un castillo y una ballena. Cuanto más disparatados sean los personajes más divertido será el cuento y más dejarás volar tu imaginación.

5- Dile al niño que proponga un personaje y mételo dentro de tu historia. El nuevo personaje representará al niño y así podrás meterle en situaciones comprometidas, hacerle pasar por problemas que él mismo tendrá que resolver. El niño se identificará con el personaje, con lo que puedes aprovechar el tirón y enseñarle algo importante que resuelva un problema que ha tenido durante el día.